Hormigón

El origen del hormigón

Empleado desde hace miles de años, destaca por su durabilidad, resistencia y maleabilidad

El hormigón es uno de los materiales de construcción más empleados del mundo, presente en todo tipo de construcciones. Se compone principalmente de cemento, agua y materiales áridos, si bien suelen agregarse aditivos, suplementos y fibras con objeto de mejorar sus propiedades.

Sus orígenes se remontan a la prehistoria, durante la que se elaboraban unas pastas muy rudimentarias para unir materiales arcillosos y pétreos. Los antiguos egipcios, griegos y romanos fueron refinando la fórmula, pero la caída de estos últimos supuso un freno en su uso, no encontrándose nuevas evidencias hasta el siglo XIII.

En el siglo XIX Joseph Aspdin y James Parker patentaron el cemento Portland, obtenido a partir de la combustión conjunta de caliza y carbón, y cuyo nombre proviene de su color oscuro, similar al de la piedra de la isla homónima. Pocos años después William Wilkinson patentaba un sistema que incluía armaduras de hierro: había nacido el hormigón armado.

Durante el siglo XX su uso se popularizó enormemente, gracias a su durabilidad, resistencia y maleabilidad, a lo que hay que añadir su carácter cada vez más sostenible, a consecuencia del aumento del empleo de materiales reciclados en su fabricación, su gran comportamiento como aislante térmico y su capacidad para absorber CO2 a lo largo de su vida útil.

Además del armado, existen multitud de tipos de hormigón, encontrándose entre los más comunes el de masa, que se vierte directamente sobre moldes ya preparados, el ciclópeo, que se mezcla con rocas, hormigón celular o ligero, de baja densidad y gran aislamiento, hormigón estructural, que es el empleado habitualmente en obras civiles y de edificación, así como el hormigón pretensado, especialmente resistente a la tracción.

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